Me pregunto si conversarás con tu viejo
bajo la sombra de alguna parra;
Me pregunto si contarás cuentos sobre zorros y conejos
a la hora de la siesta.
Me pregunto si en horas de silencio
coleccionarás pedacitos de historia
o si las flores se abren a tu paso.
Me pregunto si pensarás en nosotros,
tanto como nosotros en ti.
Me pregunto si tu vacío es tan grande como el mio.
Dichoso tu lugar que se ensancha en tu presencia,
que ruin el nuestro que se envilece con tu ausencia.
Me pregunto si mis lágrimas llegarán a tus ojos,
me pregunto si tus manos asperas
revolverán otros pelos.
Recordarte, pensarte, sentirte
en cada mañana de domingo,
deseando que hayas encontrado tus angelitos negros,
deseando que tú seas el nuestro.