El chirrido de la puerta, casi imperceptible, no logró despertar al propietario, quien dormía en el piso de arriba. Un haz de luz proveniente de la calle trazó un camino marrón caoba a través de la habitación.
Al dirigirse hacia la escalera que lo llevaría a su victima, corrió su túnica negra dejando entrever el brillo frío de lo que parecía ser un cuchillo. Sus paso ligeros, tan ligeros como solo un ser etéreo puede tener, se deslizaron a través de la escalera.
Abrió la puerta del dormitorio y su sombra cubrió toda la habitación. Debajo de aquellas frazadas, sábanas, debajo de aquellas sábanas, él, nuestra victima, su victima.
Lentamente se hincó al costado de la cama; victima y victimario, rostro contra rostro. Al acercar sus labios una gran sonrisa desdibujó su rostro. Entre dientes dejó caer su sentencia de muerte – tic tac -.
Nuestra victima se despertó en estupor para encontrarse solo en la habitación.
BUEN RELATO…TIENE CONTINUACION
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Muchas gracias por el comentario; y ojalá, ojalá nuestra victima encuentre continuación. Sinceramente, lo encuentro difícil, o al menos, predecible.
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