En esta tranquila tarde, mi turbulenta alma,
en una habitación olvidada y maldita,
Dibuja tu rostro etéreo buscando calma.
Como Asterion, en este laberinto de recuerdos habito
junto a tu carmesí mirada y tus memorables labios
que persisten en convivir conmigo.
Anhelo, deseo, que la quietud de la noche me encuentre,
y con ella la piedad del melancólico sueño,
en no emitir palabras fuerte me empeño,
pero un susurro escapa para pronunciar tu nombre ante el poniente eterno.