Recientemente me encontré conversando sobre la literatura latinoamericana contemporánea y que características distintivas parecen tener. Escuchando lo que otros hablaban, caí en cuenta que los autores que vuelven a mi cabeza son aquellos que tienden a jugar con la tensión de lo cotidiano. Es decir, autores que representan la vida habitual y sin embargo, logran tensionarla de una forma que se distorsiona hacia algo siniestro, o al menos, extraño. Samanta Schweblin es una autora que trabaja con esta extrañeza de forma sorprendente.
Distancia de Rescate es una novuelle que narra la relación de una madre y su hija. Sin ánimos de entrar en detalles, el título de la novela hace referencia a esa medida sugestiva en la cual una madre entiende que su niño está seguro, es la medida del tiempo de reacción ante el posible peligro del infante ante una situación.
La historia se construye a través del diálogo entre Amanda – la madre – y David – hijo de una vecina – que busca hacerle recordar los eventos recientes. Primeramente, esta construcción ya predispone a la sugestión. Desde el comienzo de la lectura nos encontramos con la intriga de porqué o cómo se está dando este diálogo y percibimos que hay algo fuera de foco.
“Son como gusanos.
¿Qué tipo de gusanos?
Como gusanos, en todas partes.
El chico es el que habla, me dice las palabras al oído. Yo soy la que pregunta.”
Schweblin maneja los hilos de nuestras expectativas de manera soberbia desde un principio, plantando desde la extrañeza del primer diálogo, y construido entre preguntas y recuerdos, la incertidumbre de los futuros eventos. Me resulta imperante destacar esto como uno de los mayores atractivos de la historia. La información parcial que se nos va brindando, fragmentada, por momentos ecléctica, genera cierta ansiedad y trabaja sobre esa sensación de siniestralidad que destacaba al comienzo.
Siniestralidad que se ve reflejada no solo en el desarrollo de los diálogos, sino que la autora la acompaña con un ambiente opresivo, por momentos claustrofóbico. La historia transcurre durante las vacaciones en una casa de campo, en un ambiente abierto y que uno presume en el imaginario, agradable. Sin embargo, Schweblin distorsiona este ambiente casi bucólico y lo retuerce hasta lograr erizar. Los ríos, el aire campestre, los cultivos, el aire, comienzan a densificarse, el significado luminoso del ambiente comienza a agrietarse y deja entrever destellos de marcada oscuridad.
Un elemento más me parece destacable. La historia danza entre elementos cotidianos y fantásticos – al menos en apariencia – . Este contraste, le otorga a la narración un abanico de significados posibles que enriquecen la obra. Esta virtud es un signo distintivo de la autora que trabaja sobre diferentes estados de significado y permite un diálogo abierto entre la obra y el lector. Sospecho que algunos veremos una literatura comprometida, otros una historia fantástica y algunos repararemos en aquellas imágenes simbólicas que la autora va dejando como migajas en el camino hacía el desenlace…Sobre estos atributos la novela crece en ritmo y suspense y nos hace paladear el final; final que seguramente puede intuirse, pero que no por eso es menos irresistible y logrado.
Usualmente me encuentro pensando qué autores contemporáneos resistirán la crueldad del tiempo, la ominosa desidia del recuerdo. Sospecho, que Schweblin es una de esas autoras, y me atrevo a decir que, hoy día, leerla podría ser una necesidad. Parece ser una hipérbole, pero créanme, no lo es.

Samanta Schweblin nació en 1978 en Buenos Aires, donde estudió cine y televisión. Sus libros de cuentos El núcleo del disturbio, Pájaros en la boca y otros cuentos (Literatura Random House) y Siete casas vacías obtuvieron, entre otros, los premios Casa de las Américas, Juan Rulfo y Narrativa Breve Ribera del Duero. Su primera y celebrada novela, Distancia de rescate (Literatura Random House), fue nominada en 2017 al Man Booker Prize. En 2018, ganó el premio Shirley Jackson y fue elegida por el Tournament of Books como el mejor libro publicado en Estados Unidos. Traducida a treinta idiomas hasta el momento, Samanta Schweblin ha vivido en México, Italia y China; y actualmente reside en Berlín, donde escribe y dicta talleres literarios. Kentukis, su última novela publicada en Literatura Random House fue seleccionada como uno de los diez mejores libros de 2018 según The New York Times.