Creo que lo he contado innumerables veces, pero soy un lector de cuentos cortos. Prefiero los relatos a la novela. Hasta ahora nunca había leído a Mercedes Rosende, pero cuando salió Historias de mujeres feas, y vi que era una selección de cuentos, quise leerlo casi de inmediato. Acá hay otra debilidad que se presenta con este libro, dos para ser preciso. Por un lado, la necesidad personal de expandir mis lecturas adentrándome en el mundo de la escritura a mano de autoras, por otro, la deuda con la literatura nacional. Rosende me permitía la perfecta triada.
Historia de mujeres feas; de qué trata? Me atrevería a decir qué de la complejidad de ser mujer. De la presión social – en todas sus diversas aristas, léase familiares, societaria, y esta lista podría continuar – de construirse como mujer a través del canon esperado; capaz de la fragmentación que genera esa imposibilidad de alcanzar a veces estándares ilógicos, irreales y que son el discurso hegemónico. Lamentablemente, en muchas oportunidades, estas exigencias terminan condicionando a la víctima a la cual se expone esos estándares.
Me resultan ejemplos visibles de lo anterior los relatos Oportuna ablación y El otro lado de la pared. En el primero, una mujer se encuentra literalmente fragmentada y sin embargo, no deja de pensar en sus obligaciones, como es vista, por su entorno, por sus familiares, por su pareja. Este es a mí entender el cuento más simbólico del libro y el que más disfruté desgranando posibles significados. El segundo relato es un claro ejemplo de cómo una mujer – que se percibe fea – genera una idea de belleza física femenina que condiga con el buen coger. Es decir, asocia la idea de disfrutar con belleza física, de satisfacer con un estándar canonizado de apariencia que resulta frustrante.
Es la gran virtud que encontré en Rosende; genera sus relatos desde la cotidianidad, las situaciones y ambientes pueden resultar diarios, pero con esta opresión que venimos hablando y va descubriendo distintas aristas de este mundo femenino. El disfrute sexual y el pudor de brindarse a él se presenta de forma reveladora en más de un relato y con este, su fugacidad. La exigencia de lo bello, de la belleza de vidriera es constante y cruel. No falta la traición y la sorpresa – Nadie muere a bordo es un buen ejemplo de esto – , tampoco algún relato con tinte social como es Para espantarte mejor. El mundo familiar y sus exigencias se reflejan perfectamente en El verano recién empieza. Situaciones diarias, todas, pero que la autora logra con lucidez sacarle una historia, una idea, una imagen, un sentir, aunque sea duro.
Concluir que me gustó parecería redundante, pero también necesario; ya que este libro es una selección destacable tanto por su narrativa, como por su temática. Tuve la posibilidad de acercarme a una autora con sensibilidad e imaginación, con un abanico de relatos que parecen en apariencia disimiles en su trama y sin embargo caminan por un mismo mundo.

Mercedes Rosende es escritora y guionista.
Ha publicado y participado en medios escritos, radiales y televisivos como columnista y panelista. Sus obras son: Demasiados blues, La muerte tendrá tus ojos (2008), con el que obtuvo el primer premio del Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, Mujer equivocada (2011), publicada también en Argentina, España y Suiza, El miserere de los cocodrilos (2016, publicada también en Suiza en 2018) y Qué ganas de no verte nunca más (2019).
Fue ganadora del premio LiBeraturpreis edición 2019, otorgado por Litprom de Frankfurt.
Gracias por la lectura, Febo. Un crá, usted.
Saludos,
Mercedes
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