Zur Kritik der Gewalt o una crítica de la violencia, es un ensayo de Walter Benjamin publicado en 1919. Pongo el título en alemán menos por esnobismo que por curiosidad: me detengo en la palabra Gewalt que en alemán su significado tiene un desdoblamiento que el autor utiliza con gran picardía, por un lado significa poder, por otro, violencia. Violencia y poder.
En el título de alguna forma sintetiza este ensayo que a pesar de sus pocas páginas no deja de ser complejo, tanto a nivel conceptual como lingüístico. En la postrimería de la primera guerra y ante la institucionalización de la República de Weimar, con las ideas marxistas fluyendo, Benjamin parte de la bifurcación entre derecho positivo y derecho natural. Lo que conecta y distancia a estos dos, son los fines y los medios, y a través de estos últimos, el concepto de justicia. El derecho natural prescinde de las leyes sociales – los medios pueden ser injustos pero el fin es justo -, en oposición al derecho positivo, donde a través de una pacto social se acuerdan los medios para lograr los fines.
La violencia es inherente a la implementación de la voluntad y a la fundación del derecho. Para obtener el poder, la vía es la violencia. Una vez obtenida, el derecho positivo tiene la posibilidad del mantenimiento del poder de forma legítima a través del sistema jurídico. Sin embargo, Benjamin menciona que la violencia ejercida por las leyes que buscan mantener un estado de “paz” también es el germen donde finalmente se gestará la violencia de aquellos oprimidos por la ley que busca mantener el poder. Violencia – poder – instauración de derecho – mantenimiento – desgaste – y volvemos a empezar.
Benjamin complejiza su análisis al agregar el concepto de destino a través de la ejemplificación del mito griego de Niobe y lo que denomina el derecho mítico. El rol del Estado en su poder pauta las guías del destino colectivo a través de la amenaza de la violencia. Como contraposición a esta idea despótica, el autor contrapone la política revolucionaría, especialmente el instrumento de la huelga general, donde el pueblo desafía el monopolio de la violencia estatal.
El ensayo es complejo y por momentos transita la ambigüedad, tanto narrativa como por momentos conceptual, sin embargo, entiendo-sospecho, que es una crítica acertada a los modelos del capitalismo y la obtención del poder, así como la instrumentación de las reglas del juego que permiten su conservación.
A mi, como con tantos otros autores que no logro dilucidar totalmente, Benjamin siempre me ha seducido, sus ideas provocativas, su nivel crítico para lograr desmenuzar cada una de las aristas sociales; no pretendo entenderlo enteramente, pero contemplar un pedacito de tan maravilloso sistema crítico es suficiente.
Leer a Benjamin es importante.