Dame tu corazón de Joyce Carol Oates

En el acto I de la tragedia Sardanápalo escrita por Lord Byron el último rey de Asiria dice:

Hermano, ves que me contengo y mando

En mí mismo, pues sufro tal lenguaje;

Empero, no me empujes, temerario,

Más allá de mi genio bondadoso.

Años después, esta tragedia servirá de inspiración para el cuadro de Delacroix que hoy forma parte de la cubierta de esta antología de relatos de Joyce Carol Oates. Anteriormente, había leído Desmembrado – colección de relatos también – y ciertos temas se vuelven circulares, al punto de centralizar sus relatos en una literatura de la violencia.

En Oates la violencia no surge de seres humanos asociales, deformados por un sentir alienado, por el contrario, la violencia de Oates se encuentra en el vecino, la vecina, el doctor, el estudiante, no conoce razas o clases, atraviesa todo, desborda todo.

Desborda es la palabra que se enfrenta en permanente tensión a través de los relatos, donde los personajes buscan contener(se) sus obsesiones, iras, miedos que empiezan a acumularse hediondas, bajo un manto de cordialidad social, la risa impuesta, el lenguaje esperado y bullen en silencio y esperan en silencio. Parece inevitable ver trazos de la literatura de Flannery O’Connor y ese relato <<A good man is hard to find>>: la violencia proviene de todos, víctima y victimario pueden prestarse las máscaras con una velocidad inesperada, y es en esta monstruosa posibilidad: la de verse reflejado, donde la autora triunfa.

Conocedora del corazón humano, nos pide el nuestro, porque sabe qué esconde. Diez relatos de una calidad narrativa envidiable, diez relatos de historias arrancadas del lado negro de la vida, donde el miedo psicológico de dar vuelta la página se encuentra latente siempre. Solo dos finales son los posibles, liberar con calma la bomba o seguir acumulando, a la espera del próximo empujón, que resquebraja el yo y desborda el líquido oscuro de lo que mantenemos oculto.

Joyce Carol Oates es una autora soberbia, desde cualquier ángulo literario posible, leerla es tanto un placer morboso, como un recorrido deliciosamente tétrico. Oates es el empujón que nos empuja más allá de nuestro falso genio bondadoso.

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