#16 – MENSAJES DESDE EL INFIERNO DE MEG GARDINER

Creo que alguna vez lo mencioné, pero tengo mala memoria –el comienzo de estas palabras es un claro ejemplo – , muchas veces por conveniencia, pero mayoritariamente porque simplemente soy olvidadizo.

Sin embargo, tengo cuatro o cinco recuerdos vívidos, sobretodo alguno relacionado con mi infancia, que recuerdo con mayúsculo detalle, una especie de Memorioso Funes pero en pequeños acontecimientos.

Cuando tenía nueve años, un tío había comprado videocasetera – sí, de esos que pasaban cintas VHS – y tuvo la maravillosa idea de invitarme, recuerdo que para aquella tarde había alquilado dos películas, por un lado, Infierno Rojo con el amigo Arnold, por otro lado, El Silencio de los Inocentes.

Recuerdo casi con perfección haberme escondido detrás del sillón durante casi la totalidad de la película; inclusive me atrevo a decir, que si cierro los ojos puedo ver el marrón símil cuero, su textura entre gomosa y plastificada y la lucha interna por asomar mi vista por encima del sillón.

Esta novela me transportó directamente a ese momento.

El género policial con intersección en persecución de asesino serial, es algo que no frecuento, y terminé el libro preguntándome porqué, dado que no pude contener las ganas de llegar al final de este libro y saber cómo terminaba.

Mensajes desde el Infierno –  primera parte de la trilogía UNSUB – narra la historia de la detective Caitlin Hendrix quien se ve envuelta en la investigación policial que busca caputar al asesino serial denominado El Profeta. Lo peculiar es que este asesino fue perseguido 20 años atrás por el padre de Caitlin, y sin poder apresarlo, este se vio obsesionado con el asesino, perdiendo todo o casi.

La narrativa de la autora es peculiarmente atractiva para llevar a cabo la trama, la inteligencia de esta para generar escenas y escenarios claustrofóbicos, herméticos, por momentos sádicos, me dejó un sabor de asco y repulsión, pero también de morbo por ver cuán lejos podía ir, el asesino, y también la obsesión de nuestros protagonistas.

El libro manifiesta su dinamismo a través de diálogos permanentes que le dan a la novela un halo cinematográfico – resulta fácil imaginar este libro representado en pantalla gigante -, adicionalmente, el ritmo con el cual la trama es llevada es magnífica.

Alternando entre la visión de la protagonista –diálogos y soliloquios -, la del narrador omnipresente y en un momento dado, la visión del asesino –este  último me pareció de lo mejor del libro – la autora maneja las pausas y descansos del libro para que le lector tome una bocanada de aire y volverlo a sumergir a un espiral frenético de demencia y adrenalina. Como conclusión puedo decir que no conocía a Meg Gardiner… y no puedo esperar para saber más de ella.

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